Exposición individual de Alán Carrasco
A Soviet militiaman eats a McDonald’s hamburger in Moscow
ADN Galeria | Barcelona (ESP)
5 a 29 de septiembre 2019
En 1976, durante los Juegos Olímpicos de Montreal, el presidente de la franquicia canadiense de McDonald’s George A. Cohon y los representantes gubernamentales de la Unión Soviética mantuvieron un discreto encuentro en pro de un acuerdo comercial que sólo sería posible 10 años después. Tras la llegada de Mijaíl Gorbachov a la Secretaría general del Partido y su posterior Presidencia, se reactivaría el proyecto de apertura del primer McDonald’s en territorio soviético. Así, mientras caía el Muro en Berlín o condenaban a muerte a Nicolae Ceaușescu en Târgoviște, en Moscú concluían varios años de planificación, construcción de plantas suministradoras y formación de los nuevos trabajadores de McDonald’s.
Finalmente, el 31 de enero de 1990, se abriría en la Plaza Pushkin el que fuera el local comercial más grande del mundo de la famosa cadena de comida rápida, con una participación de capital del 49% a favor de McDonald’s y del 51% a favor del Estado soviético. La Perestroika había llegado para quedarse y, bajo el entusiasmo por la oferta de nuevos productos occidentales, se escondía el inicio de un nuevo mundo homogeneizado.
El fin del tiempo de bloques estaba más cerca que nunca y rápidamente se extendió la hegemonía de un capitalismo global, salvaje y desmedido. Un nuevo orden donde los cambios tecnológicos en los transportes y comunicaciones han favorecido una globalización sin regulación alguna, un nuevo orden que sitúa cada vez más a la actividad económica fuera del control directo de los estados, fortaleciendo sin rubor la posición del poder privado organizado en grandes corporaciones supranacionales.
La pax americana trajo consigo un capitalismo sin límite y una guerra sin fin.