En 1958, el líder chino Mao Tse-Tung implementó un plan económico conocido como “El gran salto adelante”, como antesala de su conocida “Revolución cultural” que, a lo largo de una década, entre 1966 y 1976, pretendía llevar a la China revolucionaria a una posición de avanzada. Como parte del programa maoísta se instauró la “Campaña de las cuatro plagas”, un esfuerzo de higienización centrado en la erradicación de las plagas responsables de la transmisión de la peste y otras enfermedades. Para ello, Mao elaboró un listado de plagas a exterminar que incluía mosquitos, moscas, ratones y gorriones.

El hecho de que los gorriones (en concreto la variedad arborícola de Eurasia) comieran demasiado grano les convirtió en el enemigo número uno del Estado, desembocando en las conocidas como “Gran campaña del gorrión” y “Campaña matar a un gorrión”. Con el propósito de ahorrar los 2 kilogramos de grano que come de media cada pájaro, se destruyeron sistemáticamente los nidos de gorriones, se rompieron sus huevos y se mataron a los polluelos.

Para lograr su objetivo final, instados por el Estado, los ciudadanos golpeaban ollas y sartenes, aporreaban tambores y agitaban telas y palos, con el fin de perturbar a los gorriones adultos para que no tuvieran la oportunidad de descansar, cayendo del cielo finalmente, desfallecidos por agotamiento. En otras ocasiones los ciudadanos recurrieron simplemente a disparar a los pájaros con carabinas y tirachinas, mientras desde algunas empresas estatales, agencias gubernamentales y escuelas se realizaban concursos para ver quién podía aniquilar una mayor cantidad de ejemplares.

Estos ataques masivos redujeron la población de gorriones hasta prácticamente su extinción. Si bien muchas enfermedades infecciosas fueron erradicadas durante las cuatro campañas (que supusieron la muerte de 1.000 millones de gorriones, 1.500 millones de ratones, 100 millones de kilogramos de moscas y 11 millones de kilogramos de mosquitos), ya en abril de 1959, se confirmó el grave error de cálculo de Mao: los gorriones no solo comían semillas y granos, sino que también se alimentaban de una cantidad sustancial de insectos perjudiciales para las cosechas. Por este motivo, al año siguiente de la campaña, surgió una infestación masiva de insectos en los campos de cultivo. Sin aves para equilibrar su expansión, se propagaron a lo largo de todo el país –especialmente las langostas–, comiéndose todo lo que encontraban a su paso.

La producción de arroz fue la más afectada, aunque el cultivo de cereales también colapsó en la mayoría de las áreas rurales, desembocando en uno de los peores desastres ambientales y humanos del país. Al constatar que los cultivos estaban siendo diezmados de una manera mucho grave que si se hubiera permitido vivir a los gorriones, y siguiendo –ahora sí– el consejo de la Academia de Ciencias de China, Mao pidió detener la “Gran campaña del gorrión”, reemplazando las aves por las chinches en su lista de las “Cuatro plagas”. Sin embargo, la decisión fue tomada demasiado tarde y el efecto dominó hacia la destrucción ya era imparable.

El “Gran Salto Adelante” que debía conducir al progreso de la nueva nación china había acelerado la Gran Hambruna,provocando entre 15 y 45 millones de muertes en el país, según diferentes fuentes. Finalmente, Mao tuvo que importar 250.000 gorriones de la Unión Soviética para restablecer el equilibrio necesario en el maltrecho ecosistema rural chino.

Hoy en día, diversas organizaciones tanto gubernamentales como internacionales educan a los niños chinos en los valores de protección de la naturaleza, destacando la importancia de las aves arborícolas en el equilibrio natural. Muchas de estas formaciones con escolares incluyen la fabricación de casas-nido para gorriones, para inculcar el cuidado y protección de estas aves.

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